26 de abril de 2013

Palabras de moda




Gran tragedia esta de las palabras de moda. Como los fuegos artificiales, durante unos instantes parecen llenarlo todo con su resplandor. Pero acaban siendo un desecho del idioma como los negros palitroques del luminoso artificio una vez acabada la función.

Me refiero en especial a esos vocablos que, misteriosamente, de pronto comienzan a estar presentes aquí y allá, tanto en los medios informativos como en todo tipo de comunicación, verbal o escrita. En realidad quizá lo que realmente sucede es que -a modo de células cancerígenas- crecen devorando cuantos sinónimos pacíficos y honrados les rodeaban hasta ese momento. Y entonces comienza su reinado, su omnipresencia realmente avasalladora, aunque forzosamente breve dado el brutal desgaste al que son sometidos.

Veamos algunos ejemplos bien expresivos de este fenómeno ¿Desde cuándo se emplea el término evento para referirse a lo que antes se conocía castizamente como BBC, es decir, bodas, bautizos y comuniones? Bien es cierto que ahora, con evento, se llega más lejos y ya es un término plenamente aceptado en los ambientes oficiales y empresariales, además de constituir el sustrato básico del mundillo del espectáculo. Pero resulta asombrosa la penetración de la palabra en todo tipo de conversaciones y mensajes, también en los ámbitos familiares y de amistad.

Otro caso: ¿Porqué desde hace algún tiempo casi todo es emblemático  o es icono de algo? No me negarán que ambos vocablos apenas eran empleados hace pocos años. Es más, incluso todo aquello relativo a los emblemas aparecía como singularmente trasnochado para la mentalidad dominante. Y ahora, de repente, casi todo es emblemático o, como muchas veces se dice, de lo más emblemático... Por su parte, aunque entiendo el auge que la informática ha proporcionado al icono, no llego a explicarme el uso universal que se hace de esta palabra. Quizá estemos padeciendo una invasión de emblemaníacos y de iconoplastas...

Me temo que en estos y en muchos otros casos similares hay un notable componente de presunción: pudiendo decir evento, ¿cómo decir solo acontecimiento o suceso? O, en el caso del emblema y del icono, ¿cómo abajarse a la ordinariez de sinónimos como representativo o imagen? Lo que pasa es que, por alguna otra razón misteriosa, la presunción rápidamente deriva en cursilería, la cual -como decían los filósofos acerca del bien- es de suyo difusiva. Y así va surgiendo imparable la retahíla de las palabras de moda. Quiero decir: que la emergencia de nuevos referentes verbales, lejos de constituir un evento puntual, es realmente un icono  y un emblema de la modernidad.



8 de abril de 2013

Guadalupe



Hace unas semanas tuvimos ocasión de visitar Guadalupe, lugar que a veces se deja de lado en las rutas turísticas por encontrarse algo alejado de las principales vías de comunicación. Desde aquí llamo a no cometer tal error y pongo esta nota para animar a visitarlo a cuantos circulen por el norte de Extremadura.

Cuentan las crónicas que la historia del santuario comienza a finales del siglo XIII, cuando un pastor de Cáceres encuentra la imagen de la Virgen María a orillas del río Guadalupe (Guadalupe significa río escondido) y decide levantar una ermita para adorar la venerable imagen, que había sido escondida por unos cristianos en ese lugar para protegerla de la invasión árabe.

Confiado inicialmente el Monasterio a la Orden Jerónima, a raíz de la exclaustración de 1835 pasó a ser parroquia de la Archidiócesis de Toledo hasta el año 1908, fecha en la que la Orden Franciscana recibió el encargo de restaurar la vida, edificaciones, instituciones y obras de arte de este singular monumento.

El santuario fue calificado como Monumento Nacional en 1879 y Nuestra Señora de Guadalupe fue nombrada Patrona de Extremadura en 1907. En 1993, la UNESCO lo declaró Bien Patrimonio de Humanidad. Hoy puede hacerse una completa visita del Monasterio y de los museos que contienen las edificaciones adjuntas. También la propia localidad (antigua Puebla) de Guadalupe encierra un singular encanto.

Por cierto, considerábamos al regreso la singularidad del norte de la provincia de Cáceres  en materia de Paradores de Turismo. En esa área, el viajero puede albergarse en cinco de ellos, estratégicamente situados: Jarandilla de la Vera (muy cerca del Monsaterio de Yuste), Plasencia, Trujillo, Cáceres y Guadalupe. Y es que cualquiera de esos destinos es una excelente ocasión de conocer mejor nuestra historia y nuestra cultura.