5 de diciembre de 2012

Huelga y servicios públicos



Llevamos unos meses en los que son frecuentes las llamadas a la huelga. Dos de ellas han sido generales. Y por desgracia no han faltado escenas de coacción y de vandalismo. Hasta el punto de que, en ocasiones, la frase de la imagen -quieren acabar con todo- parecía más una descripción a posteriori de la actuación de los piquetes que un lema inicial de convocatoria: la televisión no dejó dudas acerca de quiénes intentaron realmente acabar con todo.

Lo cierto es que estas huelgas acarrean una especie de monótono festín informativo. Sospecho que, en las redacciones,  la información  carga esos días sobre las espaldas de los becarios, pues el guión es siempre el mismo y, en consecuencia, la coyuntura bien puede permitir unas jornadas de asueto a los principales comunicadores de la cadena. Incluso los temas de debate son también los mismos, una y otra vez: que si no hay aún ley de huelga, que si los servicios mínimos han sido abusivos, que si los que acaban pagando el pato son los que hacen cola ante el autobús o atestan los andenes del metro...

Realmente son impresentables ambas actuaciones: la de los huelguistas que no se apean de los viejos métodos y la de los gobernantes que afrontan tales situaciones con una pasividad cómplice, insensible a las evidentes lesiones de los derechos ciudadanos. Al respecto, creo que los funcionarios tenemos un importante papel en el fenómeno. Y no puede ser que constituyamos el núcleo duro sociológico de tales movimientos. Por dos motivos:

Primero, por coherencia profesional. Las convocatorias de huelga que coartan y obstruyen el buen funcionamiento de los servicios públicos deberían contar con nuestro expreso rechazo precisamente por nuestra condición de trabajadores encargados de asegurar la prestación efectiva de tales servicios.

Segundo, por lógica jurídica. Nuestro régimen funcionarial contiene elementos que bien pueden considerarse privilegios comparados con las ordinarias relaciones laborales y se supone que tienen íntima relación con la especificidad y relevancia de nuestras funciones. A cambio, nuestro derecho de huelga, ¿no debería de ser igualmente particularizado, reduciéndolo cuanto sea necesario para salvaguardar también así el desempeño de esas mismas funciones?

Adicionalmente, el efecto de imagen que damos es desastroso, por mucho que clamemos en la calle por los consabidos servicios públicos de calidad. Por el contrario, una autorestricción de tal derecho en aras del efectivo beneficio de nuestros conciudadanos probablemente contribuiría a recuperar un poco del prestigio social perdido por las administraciones públicas.


15 de noviembre de 2012

Valladolid



Estuvimos hace unos días en Valladolid. Disfrutamos de unas espléndidas vistas sobre la arboleda del Campo Grande, con el otoño en todo su esplendor. Y dedicamos tiempo a visitar algunos de los museos de la ciudad.

Nos encantó el de Escultura, que no habíamos visto después de su acertadísima reforma. Muy grato de ver y sobrecogedor por las maravillosas obras que reúne. Sólo algún reparo ante la sorprendente ausencia de informaciones de tipo religioso, indispensables para apreciar un museo de escultura cuya temática es exclusivamente religiosa...

Con menos medios, pero no con peor resultado, el Museo diocesano y catedralicio contiene asimismo notables manifestaciones artísticas. Al salir, adquirimos allí por dos euros un facsímil de la Cartilla y Doctrina Christiana impresa por la Catedral de Valladolid... ¡en 1751! Al parecer, con este tipo de cartillas se enseñaron durante mucho tiempo tanto los rudimentos de la fe cristiana como el abecedario o la tabla de multiplicar.

Además del AVE,  desde Madrid se puede ir en coche a Valladolid a través de la reciente Autovía de Pinares, pasando por Segovia y Cuéllar. Toda una nueva experiencia de paisajes castellanos, esos en los que el viajero ve siempre mucho más cielo que tierra.

La recomendación es, por tanto, obligada. Para quienes conocemos la ciudad desde hace muchos años, es siempre un gusto volver a ver el perfil de la Antigua de camino hacia la plaza de Santa Cruz. Por cierto, el palacio mendocino ha sido igualmente renovado y en el claustro relucen como nunca los vitores de los doctores honoris causa.



4 de octubre de 2012

Retratos de ex ministros



Mi buen amigo Ponciano Olivares acaba de subir a la red una suculenta galería de óleos ministeriales. Aunque, según me ha confiado, sólo ha colgado fotos de ex-ministros relativamente recientes en las que el retratado posa durante la inauguración de su propio retrato, el post contiene casi una veintena de instantáneas. Y dice Ponciano que aún cuenta con bastante material inédito para próximas entregas...

De vez en cuando salta la noticia de que tal o cual político ha encargado su retrato oficial a tal o cual pintor, ascendiendo la minuta del encargo a tanto o cuanto, cantidad que religiosamente abonará la institución que engalanará sus pasillos con el futuro óleo. Como es lógico, los contribuyentes juran en arameo, aunque sin resultado alguno. Y los periodistas, tras la primicia, acaban contando las anécdotas de rigor: que si fulano lo pintó él mismo, que si mengano se negó a posar, que si zutano prefirió una fotografía, etc., etc.

Realmente el asunto se las trae. Tanto por la falta de sincronía con la época -desde la fecha de los primeros retratos que se exhiben en los Ministerios pasó entero el siglo de la fotografía y va mediado ya el de la imagen digital-, como por el frontal desafío que tal práctica supone para las sencillas y firmes convicciones democráticas de la mayor parte de los ciudadanos. Claro que, respecto al eventual influjo negativo del retrato en los votos al retratado, hay que tener en cuenta que lo normal es que el retrato se haga ya post mortem, políticamente hablando.

A mí me preocupa especialmente la falta de una ordenación racional del fenómeno. Y no es que eche en falta lo que normalmente se conoce por una ley integral  (de retratos oficiales, en este caso), sino que alguien debiera poner coto a la proliferación de óleos a cargo del erario ¡Ojalá fuesen retratados únicamente los ex-ministros! Consejeros autonómicos, presidentes de parlamentos regionales, de diputaciones, alcaldes, rectores, directores de Escuelas Técnicas, en fin, una multitud que día a día aumenta. Porque esa es otra: las crisis se suceden, caen unos y otros gobiernos y de todo ello sólo se alegra -y con razón- el gremio de los retratistas.

¡Qué tiempos aquellos en los que la memoria de los próceres se custodiaba mediante pública suscripción! Quizá ahora, con la crisis, a alguien se le ocurra ofertar los retratos a los familiares supérstites o, si faltasen, venderlos en pública subasta, una vez desafectados del fin público para el que fueron originariamente creados. 


29 de agosto de 2012

¿Y de la Justicia qué?



¡Pleitos tengas y los ganes!, reza la antigua maldición. Es decir, aunque te den al fin la razón, nadie te ahorrará gastos, dilaciones, disgustos y quebrantos de todo tipo. Esta es una percepción habitual del efecto que puede producir en la vida de los ciudadanos un roce con la Administración de Justicia.

Al respecto tan sólo quiero dejar constancia de mi asombro por la ausencia del tema en la discusión política habitual: casi nadie pide mejor gestión de la Justicia (todo suele quedar en las consabidas exigencias de educación y sanidad) y casi nunca su mejora suele ser una promesa de quienes aspiran al poder. Del mismo modo, tampoco se exigen responsabilidades cuando, al final de la legislatura, los juzgados siguen atascados, las citaciones continúan siendo ininteligibles, las leyes no se han actualizado... La justicia parece ser el pariente pobre de unos gobernantes siempre dispuestos a la modernización y la reforma. 

Probablemente hace tiempo que el desánimo ha ido generalizándose y ha llevado a un desfondamiento acerca de la posibilidad misma de lograr alguna mejora. Esto en cuanto a los ciudadanos. El silencio de los políticos y gobernantes, por el contrario, me parece de muy difícil justificación: resulta muy llamativo que la ineficacia se concentre precisamente en una materia como la Justicia, reservada íntegramente al Estado por expreso mandato constitucional.

En efecto, a diferencia de las prestaciones educativas o sanitarias, la Justicia corresponde exclusivamente a los juzgados y tribunales, dando lugar a un estricto monopolio estatal en todas sus manifestaciones, sin delegación posible ni siquiera en funciones auxiliares o de gestión. Por eso, su mal funcionamiento carece de paliativos y evidencia una responsabilidad que corresponde por entero al Estado.

A lo delicado de los asuntos que se ventilan a diario en este ámbito, a las consecuencias que su funcionamiento deficiente puede acarrear a los ciudadanos en numerosas facetas de la vida debería añadirse, pues, la necesidad de convertirla en ejemplo de los tan cacareados servicios públicos de calidad.

Para acabar, otro conocido refrán: Quien mucho abarca, poco aprieta. Y es que, en mi opinión, la recuperación de un cierto prestigio por parte de la Administración del Estado pasa por comenzar a desempeñar con solvencia, en primer término, las cuestiones que tiene encomendadas de modo exclusivo.


13 de agosto de 2012

Irlanda, color esperanza



Hemos estado unos días de viaje por Irlanda. Si por su verdor siempre se la ha denominado isla esmeralda, pienso que también le cuadra ese color esperanza que ha popularizado la canción del argentino Diego Torres.

El recorrido por la isla presenta numerosos lugares en los que se mezclan la historia, el arte y, sobre todo, la naturaleza, proporcionando al viajero intensas sensaciones estéticas. Al tiempo, destaca su antigua tradición intelectual: ahí está la biblioteca del Trinity College en Dublín y la abultada nómina de literatos irlandeses, incluyendo cuatro premios Nobel y otros nombres tan conocidos como Joyce, Swift o Wilde.

Pero ahora, cuando se hacen cábalas respecto a la situación social y económica de los países intervenidos, conviene recordar que los irlandeses saben mucho de estrecheces y de imposiciones externas. Su relativamente reciente independencia (1922) así como la Gran Hambruna padecida a mitad del siglo XIX, (causante de millones de muertos y de la salida del país de un número aún mayor de personas), atestiguan una capacidad de hacer frente a las dificultades muy superior a la media.

Otras impresiones fundamentan el esperanzador futuro: una, muy evidente al respecto, es la sorprendente juventud de la población: ¡la mitad de sus habitantes está por debajo de los treinta años! Otra, la aparente liviandad de las estructuras estatales: a diferencia de lo que ocurre aquí, el Estado no abruma con su omnipresencia, actitud que la sociedad irlandesa parece agradecer.

Termino sugiriendo una visita a la web sobre turismo en Irlanda. Nos sorprendió gratamente a la hora de preparar el viaje y, una vez allí, comprobamos que es parte de un excelente sistema de información al visitante. Quizá una muestra más de su tradicional capacidad de acogida.



13 de julio de 2012

Arrobas y adarmes



Mi tía Julia utiliza de vez en cuando una expresión popular que hoy resulta casi desconocida: los males entran por arrobas y salen por adarmes. Es un modo de decir que el infortunio llega muchas veces en tromba, como el agua en las inundaciones, y, por el contrario, se marcha muy poco a poco, cubo a cubo, por seguir con el ejemplo anterior.

Ambos términos, arrobas y adarmes, son muy sonoros. La Academia nos recuerda que proceden del árabe y que son medidas de peso: la arroba equivale a 11.5 kilogramos y el adarme a 1.79... ¡gramos!

También recoge la Academia el uso de las expresiones por arrobas (abundantemente, sobrada y excesivamente) y por adarmes (en cortas porciones o cantidades, con mezquindad), sobre las que acertadamente descansa el dicho popular.

Traigo esto a colación porque me parece que refleja con mucha precisión un rasgo de la realidad que nos repugna particularmente. No tanto el que llegue el mal en abundancia cuanto que tarde tanto tiempo en desaparecer del todo. Quizá porque la tecnología nos ha introducido en la ilusión de que todo es instantáneo y de que para cada mal hay previsto un botón que inmediatamente lo corrige...

Mi sorpresa ha sido encontrar el dicho en un conocido artículo político de Francisco Silvela, España sin pulso, publicado en Madrid, el 16 de agosto de 1898. Copio el párrafo en cuestión, muy de aplicación a los tiempos que corren:

"El efecto inevitable del menosprecio de un país respecto de su poder central es el mismo que en todos los cuerpos vivos produce la anemia y la decadencia de la fuerza cerebral: primero, la atonía, y después, la disgregación y la muerte. Las enfermedades dice el vulgo que entran por arrobas y salen por adarmes, y esta popular expresión es harto más visible y clara en los males públicos."


¡Paciencia, pues!


6 de julio de 2012

Cómo reducir escaños de modo democrático



Se diría que hoy asistimos a una actitud abstencionista de doble sentido: los ciudadanos votamos cada vez menos a los políticos y estos, a su vez, acuden cada vez en menor número a las sesiones parlamentarias. Debe de ser esta fatal combinación la que ha dado lugar al topiquillo ese del déficit democrático...

En las últimas convocatorias electorales han arreciado los llamamientos a la abstención explícita y, también, las propuestas tendentes a hacer visibles los resultados de no votar, de votar en blanco o de hacer que el voto sea anulado. En este apartado algunas iniciativas han logrado cierta resonancia: Ciudadanos en blanco, Escaños vacíos, etc.

Me parece loable el empeño de mostrar gráficamente en el hemiciclo que el partido mayoritario viene siendo... ¡el de los que no votan! Y, en consecuencia, eliminar el interesado criterio de los políticos que les permite disponer de la totalidad de los escaños al considerar como total el número de votos emitidos y no el de los ciudadanos con derecho a votar. Criterio que proporciona la engañosa imagen de un hemiciclo repleto, al menos en las grandes ocasiones.

Propongo completar las propuestas anteriores con otra bien asequible: en cada elección, el número de escaños en juego será... ¡el de los que efectivamente se cubrieron la vez anterior! Es decir, siempre sobre la base de que el 100% de escaños correspondería al voto de todo el censo electoral, en cada convocatoria sólo se ofertarían los que los ciudadanos hubiesen decidido emplear en la legislatura que acaba, vinculando así el número de escaños a los realmente deseados por el conjunto de ciudadanos, sin arbitrariedad alguna: ni uno más, ni uno menos.


Si la visibilidad de los escaños sin nombre ya causaría dolor al gremio representativo, la aplicación de esta otra propuesta en sucesivas elecciones desataría el terror entre las filas de los partidos. Muy probablemente, el hemiciclo quedaría pronto en desuso y, en pocos años, los plenos tendrían lugar ¡juntando un par de mesas de la cafetería!



30 de junio de 2012

¡Claro que pueden ser de otra manera!



Llega el fin de semana y arrancan las vacaciones estivales, por lo que voy a ser muy breve.

Seguro que conocen el lema de la imagen: "otro mundo es posible". Se utiliza últimamente para casi todo... Y, me temo, acaba por no decir casi nada.


También habrán reparado, como yo, en el untuoso latiguillo "como no podía ser de otra manera", que usan muchos declarantes en sus habituales emisiones verbales.

Pues bien,  me voy de vacaciones intentando superar tan explícita contradicción y con cierta sensación de tongo intelectual... Como decía mi tía abuela: y eso...¿cómo va a poder ser?


No sé si otro mundo es posible. Lo que tengo claro es que la mayor parte de las cosas sí que pueden ser de otra manera.

Feliz verano!


27 de junio de 2012

El futuro en la Administración



Los funcionarios dedicamos mucho tiempo a prever el futuro. Ciertamente, no se trata de saber si acabarán echándonos o no, pues al menos hasta ahora ésa era precisamente nuestra única seguridad... De lo que se habla mucho, en cafés, pasillos, esperas y traslados, es de los innumerables ¿qué pasará cuando tal? o ¿qué pasaría si cual?

Venimos ya entrenados desde la época de la oposición: ¿aprobaré?...; y, si apruebo, ¿dónde me destinarán?... Y, luego: ¿se refundirá el ministerio A con el B como dicen o con el C como se sospecha?... Y, siempre: ¿y si no tramitan el anteproyecto...?, ¿y si suprimen la escala?, ¿y si cancelan el anticipo de la subsecretaría?...

Modestamente hoy presento ante ustedes el resultado de años de estudio y experiencia al respecto. Como fácilmente supondrán, aún no dispongo de respuestas concretas para todas y cada una de esas cuestiones. Pero sí que estoy en condiciones de ayudar eficazmente al compañero que esté angustiado por alguna de ellas. Y es que he dado con un software que reduce bastante el nivel de indeterminación de los futuribles.

Veamos un ejemplo. Uno se pregunta: ¿sacarán pronto la plaza a concurso ahora que ya se ha organizado la Subdirección? Y la metodología de las probabilidades administrativas responde:

a) Sobre si sacarán o no la plaza a concurso, aún no pueden estimarse los porcentajes de probabilidad.
b) Respecto a si eso sucedería pronto, sí que pueden establecerse los porcentajes de probabilidad: hay exactamente un 50% de que salga en el BOE esta misma tarde y otro 50% de que salga dentro de diez años.
c) Por último, en cuanto a la circunstancia desencadenante del suceso, la predicción es concluyente: si el suceso llegara a producirse, hay un 100% de probabilidad de que no será a causa del motivo que ahora se invoca (la organización de la Subdirección, en el ejemplo)
Lo asombroso es que los porcentajes de los apartados b) y c) apenas varían sea cual sea la cuestión planteada, por lo que el procedimiento es prácticamente de aplicación universal.

Cuando comento esta novedosa metodología predictiva entre mis colegas sólo los más jóvenes me miran con desconfianza; el resto asiente en silencio.


23 de junio de 2012

Tertulias de análisis político



Detecto una creciente incomodidad con el excesivo papel que han acabado ocupando los tertulianos profesionales. Y es que algunos son incansables: aprovechan el viaje a la capital y actúan durante cuarenta y ocho horas prácticamente seguidas, encadenando programas de tarde y de noche, madrugadas de radio y alboradas televisivas...

En consecuencia, casi a cualquier hora se puede escuchar o ver (o las dos cosas) una  tertulia de análisis político. Lo curioso es que, salvo contadísimas excepciones, los analistas de la cosa política son siempre... ¡periodistas! (algunos, por cierto, nos acompañan con el mismo ímpetu desde los primeros compases de la Transición...)

Aunque lo que en realidad me indigna es la ausencia que esa omnipresencia pone de manifiesto. Me explico: ¿dónde están los políticos profesionales? ¿quizá en programas más especializados, en sesudos canales de alto debate político? No parece... También con contadas excepciones, nuestros representantes políticos tienen muy presente aquello de que por la boca muere el pez y, astutamente, actúan en consecuencia...

Les escucharemos -a los políticos al uso- sólo en los titulares de los telediarios, colocando una jabonosa obviedad al sufrido telespectador o estoqueando aviesamente al líder del partido antagonista. Pero nada más. Al parecer, nadie les exige un mínimo de preparación profesional o un ejercicio más o menos ordenado y eficaz de los deberes de su oficio.

Así que la lidia ordinaria queda en manos de los tertulianos, muchos de ellos, como decía, periodistas de largo recorrido, capaces de opinar sobre casi todo sin el menor titubeo. Y, quizá para ayudarles, también comienza a ser muy frecuente que sean la propia audiencia quien, mediante diversos métodos telemáticos, ocupe una buena parte de la programación supuestamente informativa con intervenciones, votaciones, ocurrencias y comentarios de todo tipo.

En resumen: los periodistas hacen de políticos; los espectadores, de becarios; y los políticos... ¡ven tranquilamente la televisión!

20 de junio de 2012

Dios guarde a Vd. muchos años



He aquí un típico oficio de la Administración española fechado en 1957. La fórmula de despedida Dios guarde a Vd. muchos años siguió empleándose habitualmente en este tipo de comunicaciones hasta mediados los años ochenta. Al parecer llegó un momento en el que se consideró un anacronismo y, supongo, tampoco debieron de faltar quienes manifestaran incomodidad ante una presunción administrativa tan favorable a la existencia de Dios y de su actuar providente.

El caso es que, cuando parecía haberse extinguido la costumbre rituaria y los cada vez menos frecuentes oficios se cursaban ya sin particulares concesiones a la cortesía, resulta que ahora, en plena edad digital, la moda ha vuelto ¡y con qué fuerza...!

Yo mismo recibo muchos correos electrónicos que concluyen siempre con la misma amonestación: Antes de imprimir este correo electrónico, piense bien si es necesario hacerlo: el medio ambiente es cuestión de todos. Y supongo que lo mismo le sucede a usted tanto si los mensajes son oficiales, profesionales o, sencillamente, personales. Muchos tienen dada la instrucción medioambiental al correo electrónico y la máquina, obediente, despacha el consejo en cuanto le dan oportunidad...

No seré yo quien haga paralelismos entre el contenido de una y otra fórmula. Sólo anoto que la primera era un deseo más bien cortés con el destinatario y que la segunda puede antojársele impertinente a más de uno, sobre todo por la explícita invitación a pensar y a pensar bien...

Personalmente estoy dándole vueltas a la idea de incluir como firma electrónica alguna otra frase de mi elección, de cierto lustre literario o sapiencial. Inicialmente me vino a la cabeza aquella de Al final de la jornada, el que se salva, sabe; y el que no, no sabe nada. Pero no acabo de decidirme... ¿Qué me aconsejan?



15 de junio de 2012

Urbanidad para la Ciudadanía



Ahora que parece moderarse el debate acerca de la asignatura de Educación para la Ciudadanía quizá sea oportuno pensar con un poco de calma acerca del tema.

Si viven, como yo, en una gran ciudad, pueden observar cómo cada día es más difícil deambular pacíficamente por sus calles. No sólo las motos y las bicis se han enseñoreado de las aceras (aparcando y transitando por ellas) sino que muchas veces no pueden darse dos pasos seguidos sin tener que variar la ruta para esquivar abalanzamientos humanos de toda índole.

Concretamente, se diría que el afán centrista de la España del 78 ha hecho olvidar la norma de caminar por la derecha, al igual que se conduce por ese mismo lado de las calzadas... Lo cual, cuando son muchos los transeúntes, acaba haciendo intransitables las aceras.

Asimismo, el riesgo de abalanzamiento humano se da con particular peligrosidad cuando el inesperado móvil procede, como por vía de eyección, del interior de un portal o de una tienda. Cada vez son más frecuentes estos súbitos ingresos a la vía pública, como si la realidad circundante se hubiese tornado invisible para quien sale apresurado y, tantas veces, sólo pendiente de la pantalla del smartphone...

En fin, para poner remedio a estos y otros males semejantes propongo la lectura de obras clásicas como la que aparece en la fotografía. Se subtitula, de modo bien expresivo, Advertencias útiles que conviene conocer y practicar a toda persona, para vivir en sociedad y hay una edición disponible en Ediciones Altaya (2008).

Por cierto! El autor, D. Ezequiel Solana, es abuelo de un conocido político español, titular de los Ministerios de Cultura, Educación y Asuntos Exteriores. En este hecho, bien elocuente de la utilidad de las enseñanzas del libro, tengo puestas también mis esperanzas de que acabe por implantarse la Urbanidad para la Ciudadanía y exista consenso entre todos los partidos para usar como manual la obra de Don Ezequiel.


13 de junio de 2012

No Segovia, no Isabela



Pasamos el fin de semana en Segovia. Allí nos enteramos de que la candidatura de Segovia a Capital Europea de la Cultura del año 2016 va por buen camino y nos llamó la atención el lema del proyecto de capitalidad: Sin Segovia no luna. 

Luego vimos que la candidatura segoviana continúa con el siguiente párrafo:

Sin Segovia, no Isabel
Sin Isabel, no Colón
Sin Colón, no América
Sin América, no luna
Nos explicaron que todo partió de la firma en un libro del mesón de Cándido López, en 1974, del precursor de los cohetes espaciales Wernher von Braun, quien escribió:
No Segovia, no Isabela
no Isabela, no Columbus
no Columbus no América
no América no moon
El autor del texto desarrolló el cohete Saturno que, en 1969, llevó el primer hombre a la luna. (Y, a diferencia de muchos españoles, sabía que fue en Segovia, en 1474, en donde Isabel la Católica fue proclamada reina de Castilla...)

1 de junio de 2012

La LRJ-PAC, veinteañera




El funcionario del pueblo más remoto de España y el más reciente opositor (basta con que haya comprado ya los temas) saben lo que es la LRJ-PAC: ni más ni menos que la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (esto último quiere decir que se limita a establecer lo que es general en los procedimientos, se supone que dejando para otro momento las complicaciones propias de lo especializado...)

Ahora, a las puertas de sus primeros veinte años de vigencia, recuerdo la "movida" que representó su entrada en vigor. Baste decir que venía a derogar, sustituyéndola, a la venerable LPA (Ley de Procedimiento Administrativo) de 1958 que, en expresión del legislador de 1992, "pretendió modernizar las arcaicas maneras de la Administración española". Y vaya si lo consiguió, añadiría yo.

Con ocasión de la botadura de la LRJ-PAC, sus promotores hablaban y no paraban de las excelencias del producto. Lo presentaron como el bálsamo de Fierabrás, capaz de transformar a los españoles de súbditos en ciudadanos en un instante. Al fin, decían, se equilibrarán las relaciones de los particulares con la Administración. Y recitaban la larga lista de "derechos" que la norma generosamente concedía a quien desde ese momento tuviese la peregrina idea de acercase a una ventanilla.

Sin saber que profetizaba el tortuoso camino de reformas y contrarreformas que sufriría con los años el nuevo texto legal (para desesperación de cuantos no tenemos más remedio que relacionarnos con él), un compañero comentó entonces con sorna:

-En efecto, esta ley viene a igualarnos a todos. Pues la LPA no la entendían los administrados... y ésta, ¡tampoco la entendemos los funcionarios!



29 de mayo de 2012

Estatal y colectivo



Vivimos en la apoteosis conceptual de lo público. Buen ejemplo de ello son las reiteradas admoniciones que recibimos los ciudadanos para utilizar el denominado transporte público. Desde diversas instancias se cantan sus excelencias a toda hora aunque, si bien se mira, no se ponderan tanto las ventajas que objetivamente puede ofrecer como medio de transporte sino, más bien, la oportunidad que ofrece al usuario de demostrar con hechos su civismo y su solidaridad (se supone que frente al incívico e insolidario ciudadano que se desplaza en su propio vehículo...)

Al respecto, y como también se dice ahora, un par de cositas:

Cuando en estos casos se utiliza el adjetivo público indudablemente se está haciendo en consideración a la titularidad del medio de transporte, es decir, es público porque el dueño del autobús o del metro es un organismo oficial. Y quizá por ello hay quienes niegan tal condición... ¡¡a los taxis!! De nuevo parece actuar aquí, entre bambalinas, un oscuro censor de las conductas que escapan al control estatal.

De acuerdo con el criterio de la titularidad del vehículo y no tanto con el más evidente criterio de su accesibilidad -exclusiva o universal-, consideraremos transporte público a las comitivas de coches oficiales y, como decía, le negaremos tal condición a los taxis que están a disposición de cualquiera.

Y es que, en realidad, en la bonita expresión transporte público se esconden otros dos conceptos mucho menos atractivos desde el punto de vista de la propaganda: suelen referirse a medios estatales, autonómicos o municipales y, siempre, a vehículos de transporte colectivo.



28 de mayo de 2012

Malditos funcionarios



El otro día estuve en una jornada de formación junto a otros funcionarios, en un organismo oficial. En ese ambiente es típico hacer reflexiones acerca de los rasgos que nos caracterizan como grupo. En este caso ambas profesoras, la de la mañana y la de la tarde, comenzaron sus respectivas sesiones con este tipo de consideraciones.

Yo pensaba, mientras tanto, que en la vida de cada funcionario hay tres etapas bien delimitadas: los años previos a aprobar la oposición, los años de desempeño de puestos en la administración y, finalmente, los años posteriores a la jubilación. Pues bien: resulta que -de hacer caso a las opiniones mayoritarias-, en la primera etapa somos los mejores, los más valiosos y brillantes; en la segunda, como por ensalmo, pasamos a ser considerados lo peor, la causa última de todas las desdichas y el más evidente de los males patrios; habrá que esperar a la jubilación, tras la cual los más son recordados con afecto por compañeros, colaboradores y público en general.

¡Paradójica reputación la de los funcionarios! Me temo que sólo el recuerdo afectuoso tras la jubilación es adecuado a la realidad. Ni éramos tan buenos el día que aprobamos la oposición ni tan malos a partir de la toma de posesión.

He dicho.


27 de mayo de 2012

Lo público y lo privado

Hablando un día de lo público y lo privado, de las ventajas e inconvenientes de un sistema y del otro, me dijo mi buen amigo Cirilo:

-Mira, hay una imagen muy gráfica que representa lo más característico de cada modelo.

-¿Una imagen?

-Bueno, en realidad son dos. Verás. Creo que "lo privado" queda muy bien representado en la típica visión del repartidor de pizzas a domicilio, yendo a todo gas un sábado por la noche, esquivando coches y aparcando en la acera... Cuando le abren la puerta, la pizza aún está caliente.

-¿Y quién representa a "lo público"?

-Pues a ese nivel de la escala laboral, los controladores de la ORA o del SER son la mejor imagen de "lo público". Por lo sosegado de su actividad, por el inestimable servicio que rinden a la comunidad y... por la simpatía que despiertan entre los conductores.

Me quedé pensativo. Para colmo, las multas llegan ya frías.


26 de mayo de 2012

Anoche, en Urgencias


Ayer estuvimos de nuevo en las urgencias del hospital.

Cerca de la media noche nos dijo uno de los celadores:

-Creo saber cuáles son los dos principios que hoy sostienen todo este entramado. La gente cree que son los de siempre: la salud de los pacientes y el ejercicio de la medicina por parte de los médicos.... Pero hace tiempo que ya no es realmente así.

-De hecho -continuó-, esto se llama Seguridad Social y ése es el primer cambio. Fijaos que no pone Salud Personal, como cabría esperar. Y en realidad de lo que se cuidan es de aquello, de la seguridad social, lo que de verdad les alerta y les pone en marcha es evitar sucesos que puedan alarmar a la población y, por tanto, incomodar al gobierno... Desde el aceite de colza en tiempos de la UCD, hasta la reciente gripe A pasando por las llamadas vacas locas. Es decir, atienden prioritariamente lo que puede comprometer al sistema, sanitario en principio, pero en sentido general después... La salud personal hace tiempo que no es determinante.

-¿Y...el segundo principio?, le preguntamos todavía incrédulos.

-Pues el otro motor real de las actuaciones médicas parece ser el de la exclusiva preponderancia de los protocolos. Casi todo está preestablecido en normas y pautas sanitarias aprobadas previamente por la Superioridad. Así el agente sanitario no incurre en riesgos innecesarios y evita fastidiosos problemas de denuncias, reclamaciones, etc. Si él se limita a seguir el protocolo nada tendrá que temer. Se acoge a la protección del sistema que velará por él con el denuedo que le caracteriza frente a todo cuanto pueda comprometerle.

-O sea, -resumió mi cuñada- que para este sistema ya no hay ya ni pacientes ni médicos propiamente dichos. No hay pacientes porque lo de la salud personal parece haberse eclipsado y no hay médicos porque ejercen casi sin responsabilidad individual, evitando cualquier decisión no contemplada en los papeles...

Salimos a estirar las piernas. Las máquinas de sandwiches estaban fuera de servicio y la de las botellas de agua sólo admitía el importe exacto. Una congoja se nos clavó en el alma.



21 de mayo de 2012

Edgar Neville en Mayte Commodore




Curioseando acerca de la vida y obra de Edgar Neville me encuentro con un espléndido artículo de Eugenio Suárez del que copio este recuerdo, retrato de toda una época:

"Edgar, además de ser un buen conocedor de la gastronomía tenía un apetito voraz, traducido en una notable obesidad. El exceso de grasas o la causa que fuere dificultaba su respiración, jadeante y entrecortada, y se dormía en cualquier parte. Un grupo variable de amigos, que habitábamos las cercanías, nos reuníamos en el restaurante que Mayte, su propietaria, tenía en la plaza de la República Argentina.

Mayte era una raquera santanderina menuda, guapa, simpática, emprendedora y muy lista. Llegó a Madrid adolescente y desempeñó varios oficios, entre otros de secretaria de algún gran abogado. Con buena mano para la cocina, que le había transmitido su madre, abrió una pequeña casa de comidas, hacia el final de la calle Príncipe de Vergara, y reunió a una buena clientela de hombres (las mujeres aún salían poco solas o por su cuenta), magistrados, diplomáticos, gestores de negocios, famosos doctores, la mayoría jubilados y con buen diente. Un menú corto y bien hecho propició la asiduidad de aquellos varones, viejos lujuriosos que se contentaban con ser servidos por una chica atractiva y siempre sonriente. 

Luego abrió el que estaba en los bajos del hotel Commodoro y allí recalábamos para tomar la última copa y por allí empezó a verse a gentes del teatro y toreros de tronío. Edgar Neville era uno de los asiduos, pero al segundo whisky se quedaba roque. Los parroquianos abandonábamos el local, formándose cierta algarabía cerca de la puerta, y cuando su acompañante, Conchita o persona amiga, le sacudió los hombros con la advertencia «Vamos, Edgar. Aquí no se puede dormir», contestó con sorna balbuceante: «Y que lo digas; con el ruido que armáis...»"